El área céntrica de la ciudad de Buenos Aires no está en el centro geográfico de la ciudad: ocupa lo que originalmente fue el borde contra el río extendiéndose hacia el norte con áreas administrativas y de servicios en general, bastante densas, y hacia el sur con barrios de viviendas predominantemente, sobre el más antiguo tejido edificado. Los porteños (habitantes de un puerto) hemos llamado "bajo" a la banda que define el borde de la ciudad hacia la costa.
Sin embargo, mientras "el bajo" ha mantenido su posición, la costa ha variado permanentemente su forma, por causas geográficas o artificiales. La chatura de la acumulación geológica de limos naturales le ha dado forma de charco gigante al río, y más aún a su costa, donde los desniveles entre tierra firme y lecho del río son mínimos, obligando al permanente dragado de canales para hacer viable la navegación. La forma de asentarse sobre ese poquito de agua ha constituido una acción típica para la ciudad: rellenar (escuchamos alguna vez a Clorindo Testa decir que el centro de Buenos Aires lo es, especialmente, porque la ciudad crece hacia el este como si se asentara allí sobre tierra firme).
Así, el bajo, banda de flora natural, caminos, infraestructuras a lo largo de la costa, ha devenido espacio interior, transición entre un área de tejido urbano extremadamente consolidado (el centro -ver seminario #1 2008-) y una ciudad nueva del otro lado de los diques, que combina el realizado masterplan de la regeneración del puerto Madero y la fabricación de una nueva pieza natural de enormes dimensiones, intocablemente denominada "reserva".
El bajo adopta entonces forma de valle entre los bordes este y oeste, aparentemente sólidos, completos o completamente proyectados, alojando los desbordes de los tejidos que lo limitan. Es además una ocasión notable de reenlazar las continuidades rotas entre norte-sur que abochornan la historia urbana de Buenos Aires.
Por otra parte, evidencia varias preguntas especialmente generales del urbanismo contemporáneo: cómo intervenir sobre espacios aparentemente vacíos o disfuncionales, producto de nuevos escenarios generados por el crecimiento o la caída de las áreas vecinas? cómo reconocer los materiales, las organizaciones, los contextos relevantes en un área que no está hecha, como casi todas las demás, predominantemente de calles y manzanas (o lo que Adrián Gorelik llamó "la grilla y el parque")?... cuáles acciones, qué proyectos necesitamos desarrollar para activar positivamente la agenda de un área que aparece más abierta e indefinida que todo lo que la rodea? cómo queremos posicionarnos en la tensión entre concentración-descentralización y los crecientes procesos de suburbanización y fragmentación de la ciudad? cómo revitalizar la práctica del urbanismo para que aloje las necesidades más urgentes?.
Dedicamos el curso 2009 a registrar el área, a determinar sus formas materiales y de organización, a enfocar las relaciones contextuales relevantes, a recomponer instrumentos e ideas para actualizar su agenda urbana, reconocer nuestros espacios de acción y comenzar a proyectar su transformación.
Sin embargo, mientras "el bajo" ha mantenido su posición, la costa ha variado permanentemente su forma, por causas geográficas o artificiales. La chatura de la acumulación geológica de limos naturales le ha dado forma de charco gigante al río, y más aún a su costa, donde los desniveles entre tierra firme y lecho del río son mínimos, obligando al permanente dragado de canales para hacer viable la navegación. La forma de asentarse sobre ese poquito de agua ha constituido una acción típica para la ciudad: rellenar (escuchamos alguna vez a Clorindo Testa decir que el centro de Buenos Aires lo es, especialmente, porque la ciudad crece hacia el este como si se asentara allí sobre tierra firme).
Así, el bajo, banda de flora natural, caminos, infraestructuras a lo largo de la costa, ha devenido espacio interior, transición entre un área de tejido urbano extremadamente consolidado (el centro -ver seminario #1 2008-) y una ciudad nueva del otro lado de los diques, que combina el realizado masterplan de la regeneración del puerto Madero y la fabricación de una nueva pieza natural de enormes dimensiones, intocablemente denominada "reserva".
El bajo adopta entonces forma de valle entre los bordes este y oeste, aparentemente sólidos, completos o completamente proyectados, alojando los desbordes de los tejidos que lo limitan. Es además una ocasión notable de reenlazar las continuidades rotas entre norte-sur que abochornan la historia urbana de Buenos Aires.
Por otra parte, evidencia varias preguntas especialmente generales del urbanismo contemporáneo: cómo intervenir sobre espacios aparentemente vacíos o disfuncionales, producto de nuevos escenarios generados por el crecimiento o la caída de las áreas vecinas? cómo reconocer los materiales, las organizaciones, los contextos relevantes en un área que no está hecha, como casi todas las demás, predominantemente de calles y manzanas (o lo que Adrián Gorelik llamó "la grilla y el parque")?... cuáles acciones, qué proyectos necesitamos desarrollar para activar positivamente la agenda de un área que aparece más abierta e indefinida que todo lo que la rodea? cómo queremos posicionarnos en la tensión entre concentración-descentralización y los crecientes procesos de suburbanización y fragmentación de la ciudad? cómo revitalizar la práctica del urbanismo para que aloje las necesidades más urgentes?.
Dedicamos el curso 2009 a registrar el área, a determinar sus formas materiales y de organización, a enfocar las relaciones contextuales relevantes, a recomponer instrumentos e ideas para actualizar su agenda urbana, reconocer nuestros espacios de acción y comenzar a proyectar su transformación.
> descargar dibujo base del área en autocad: